***Barquisimeto se convierte en un mar de fe y devoción con la procesión de la Divina Pastora, una de las más grandes de Latinoamérica. Este año, la imagen de la Virgen recorrió las calles acompañada por una multitud de peregrinos que expresaban su fe y agradecimiento. Desde tempranas horas, los fieles se congregaron vestidos de blanco y portando imágenes de la Virgen, mostrando su profunda devoción. La procesión es un símbolo de la religiosidad venezolana y representa un encuentro entre el pueblo y su patrona celestial***
Yhonny Rodríguez
CNP 25.976
Barquisimeto.-
Cada 14 de enero, la ciudad de Barquisimeto se transforma en un mar de fe y devoción, recibiendo a millones de peregrinos que se unen en una de las procesiones marianas más grandes de Latinoamérica: la de la Divina Pastora.

Este año, una vez más, la imagen de la Virgen de la Divina Pastora recorrió las calles de la ciudad, acompañada por una multitud que expresaba su fe y agradecimiento. La procesión, que se ha convertido en un símbolo de la religiosidad venezolana, representa un encuentro entre el pueblo y su patrona celestial.
Desde tempranas horas de la mañana, los fieles comenzaron a congregarse en las calles de Barquisimeto, ataviados con vestimentas blancas y portando imágenes de la Virgen. El recorrido de la procesión fue una muestra de la profunda devoción que siente el pueblo venezolano por la Divina Pastora.

La feligresía, proveniente de todas partes del país, se unió en oración y cantos, expresando sus peticiones y agradecimientos. La imagen de la Virgen, llevada en andas por devotos, fue recibida con fervor en cada esquina, donde los fieles la bendecían y depositaban sus ofrendas.
Un legado de fe

La peregrinación de la Divina Pastora es una tradición que se remonta a más de un siglo. Cada año, miles de personas se suman a esta manifestación de fe, que se ha convertido en un hito en el calendario religioso venezolano.
La procesión representa una oportunidad para reflexionar sobre los valores espirituales.
Un mensaje de unidad y esperanza
En un contexto social y político complejo, la peregrinación de la Divina Pastora se ha convertido en un símbolo de unidad y esperanza. La fe en la Virgen María ha sido un bálsamo para muchos venezolanos, quienes encuentran en esta celebración un momento de encuentro y reconciliación.