Por, Gregorio Rivas

Pte. del semanario turístico de  ASOCANAIMA

Canaima – Venezuela.-

 Bienvenidos a la edición N° 68 de ASOCANAIMA «Haciendo Turismo”, el semanario turístico más leído del país. En esta entrega, queremos profundizar en un tema de vital importancia para el futuro de nuestra nación: la relevancia del turismo en la industria de un país. Más allá de ser una actividad de ocio, el turismo se ha consolidado como un motor económico y social innegable, capaz de impulsar el desarrollo sostenible y diversificar nuestra economía.

A menudo, la contribución del turismo se subestima o se percibe únicamente desde la óptica de los servicios hoteleros y la gastronomía. Sin embargo, su impacto es mucho más amplio y profundo. Cuando un turista visita un destino, su dinero no solo beneficia directamente a los alojamientos y restaurantes; se extiende a cadenas de valor complejas que incluyen el transporte aéreo y terrestre, la producción artesanal, los operadores turísticos, los guías locales, el comercio minorista, y un sinfín de pequeños y medianos emprendimientos que, de otra forma, tendrían oportunidades limitadas.

Pensemos en el efecto multiplicador. Un artesano que vende sus piezas a turistas no solo genera ingresos para su familia, sino que también preserva técnicas ancestrales y promueve la identidad cultural de su región. Un guía local, al mostrar las maravillas naturales o históricas de un lugar, no solo ofrece una experiencia memorable, sino que también se convierte en un embajador de nuestra riqueza patrimonial. Esta dinámica genera empleos directos e indirectos, fomenta la inversión en infraestructura y servicios, y contribuye significativamente al Producto Interno Bruto (PIB).

Además de su indiscutible peso económico, el turismo es una herramienta poderosa para el intercambio cultural y la promoción de la paz. Cada visitante que llega a nuestras tierras se lleva consigo una imagen de nuestra gente, nuestras costumbres y nuestros paisajes. Esto crea puentes de entendimiento y derriba barreras, enriqueciendo tanto al visitante como a la comunidad anfitriona.

En Venezuela, poseemos un potencial turístico inmenso y aún por explotar a su máxima capacidad. Desde las majestuosas playas del Caribe y los imponentes picos andinos, hasta la exuberante selva amazónica y los llanos infinitos, nuestra diversidad geográfica es un tesoro. Fomentar un turismo responsable no solo nos permitirá capitalizar estos activos naturales y culturales, sino que también nos obligará a protegerlos y valorarlos como recursos no renovables.